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Fotografía en Marbella Club Hotel

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«Amateur o profesional, los dos son capaces de hacer fotos estupendas o malísimas. No es esa la diferencia. La diferencia está en que el profesional de la fotografía paga sus facturas del dinero que hace fotografiando, vive de la fotografía.»

Estas eran las palabras de mi admirada Natalia Taffarel, en unos de los workshops de retoque digital y postproducción que imparte por todo el mundo y al que pude asistir en Madrid. Esta frase me sirve para introducir de lo que va a hablar este post, la experiencia de ser fotógrafo profesional y como afrontar un encargo para una publicación internacional, mi cliente Sette HauteStyle Magazine.

Y es que de no tener un bagaje, una carrera a las espaldas y un saber hacer a base de lidiar miles de situaciones diferentes, este encargo hace años seguramente me hubiera quedado grande, bastante grande. Me explico. El trabajo consistía en un reportaje a Hubertus von Hohenlohe, descendiente de la familia principesca del mismo apellido cuyo padre fue fundador de uno de mis hoteles favoritos en el mundo, el Marbella Club Hotel. Las fotos formarían parte de una entrevista en el número de Otoño de la revista de mi cliente, había que hacer la sesión y tener las fotos listas para el deadline que se había fijado, mira por donde, el mismo día.

¿Como actuar? ¿Como retratar a una personalidad haciéndola sentir bien y segura y a la vez contentar a mi cliente siguiendo los criterios estéticos y de calidad de la revista?

Editar, retocar, postproducir y enviar las fotos a Suiza el mismo fue posible. Actuando como un profesional de la fotografía afronté el trabajo que tenia por delante, lo explico resumidamente a continuación.

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Reconocer la localización:

Unas horas antes de comenzar a fotografiar llegué al Marbella Club Hotel. Aunque ya conocía la localización quería cerciorarme a través de mi objetivo cuales eran los mejores ángulos y caída de luz a la hora a la que iba a comenzar. Cámara en mano y con la ayuda de Alejandra García, la encargada de relaciones públicas del hotel, recorrimos desde el salón principal al kindergarten pasando por el patio los enclaves más significativos del hotel. Cada punto del recorrido tenía una historia contada por Alejandra, una anécdota vinculada a la  tradición de los fundadores, información que me ayudaba a encajar las fotografías que tenía que tomar mas adelante. Pasé de la intranquilidad de no conocer la localización a la confianza de que íbamos a hacer las fotos que necesitábamos todos.

 

Todo fluye «Waming up»

Hubertus tiene una agenda apretada y mil compromisos que atender. Acto seguido a un cordial saludo y un buen apretón de manos la pregunta no se hizo esperar.

-Vale, entonces dime, que vamos a hacer.

– Pues vamos a aprovechar la luz que entra por esta gran ventana combinada con mi flash direccional sincronizado por radio. Quiero que te sientes en este sillón y yo estaré en esta línea de tiro para sacarte un retrato de perfil, creo que transmite la solera del hotel y la de la publicación para la que trabajo. Ya he movido este sillón para que te sientes, así que tengo todo listo.

– Me encanta la idea, perfecto. Eso si, el sillón que has elegido lo vamos a cambiar por el otro azul. Empecemos.

Una vez mi personaje sabía que yo tenía un plan se relajó tanto que el resto de la sesión fue un agradable y emocionante recorrido por el hotel, charlando, tomando imágenes y siendo verdaderamente creativos en algunas de las tomas gracias a la complicidad de Hubertus. Y es que mi personaje además de empresario y deportista se dedica profesionalmente a la fotografía.

 

El equipo

Días antes de la sesión me preguntaba con que iluminación afrontaba este encargo. La idea de que el deadline fuese el mismo día tuvo buena parte del peso de mi decisión. Esto, unido a que yo imaginaba a mi personaje «ocupado y con poco tiempo para atenderme» me hizo decantarme por un equipo ligero. Para ello monté en la maleta mis infalibles pocket wizard (próximamente dedicaré un post a este sistema de control de flashes) adquiridos hace unos cuantos años ya, para sincronizar mi Canon Speedlite 580ex: versatilidad, ligereza y funcionalidad para conseguir una luz bastante aproximada al concepto iluminación de estudio.

Cuerpo canon full frame, ópticas de la serie L, fotómetro sekonic y mi macbook pro fueron las herramientas que se encontraban en mi maleta para trabajar esta sesión. Una vez finalizada la sesión y desde el mismo hotel generé una hoja de contactos desde el software Bridge de Adobe y la envié a mi estudio en Málaga donde mi equipo editaría y postproduciría las mejores tomas previamente coordinadas telefónicamente con mi cliente en Alemania.

Conclusiones

Muchas veces pienso que cuando eres un «image maker» y se trata de «fabricar» imágenes, sacar la cámara es lo último que sucede. Para el buen funcionamiento de esta sesión y llegar al deadline sin primar la calidad de las imágenes finales tuve que confluir diversos factores que a priori no parecen importantes por todo el tiempo de organización que conllevan pero que a posteriori resultan ser vitales: conocer la localización, comprender al sujeto retratado, conocer las necesidades de mi cliente, adecuar el equipo técnico a las necesidades del encargo y mantener un ritmo constante y fluído a lo largo del shooting que me permitiese contar una historia visual digna de una publicación internacional.

Y es que pienso que en fotografía lo difícil está en lo que no se ve: preproducción, postproducción y ausencia de componentes que estropeen la foto final. Si en una foto no ves nada que te moleste, entonces estás antes una buena foto.

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